17 años
Estudiante Liceo Oscar Castro Zuñiga
Una mañana de verano en el centro de Rancagua, somos un grupo de jóvenes, todos con una actitud distinta, vestuario y maquillaje, la gente mira, está expectante. Sabe que algo haremos. Más atrás dos músicos, sus bombos comienzan a sonar y se ilumina un carnaval, avanzamos al compás de la música, nadie habla; Se trata de “cuaresma” queremos dar a conocer y a entender que no solo se está cerca de Dios para las celebraciones importantes, como semana santa, navidad, matrimonios y más… Somos teatro y el mensaje es claro, llegamos a las esquinas de cada calle en medio de paseo independencia, interpretamos a la gente, somos espejo de quienes nos miran, colaboramos con $100.- a la humanidad y afirmamos que en situaciones complejas, ¡solo ahí nos acordamos de Dios!
Ya es de noche, el agotamiento comienza a aparecer, el pasacalles terminó, los televisores están encendidos y finaliza el penúltimo día del festival de Viña del Mar dos mil diez. En mi casa hay visitas, amigos de mi hermana mayor disfrutan de la noche mientras el resto e incluida yo nos vamos a dormir.
Aquella noche fue el fin, un fin que para mi comenzó con la caída de objetos, adornos, movimiento de la tierra, voces lejanas, rezos de madre, angustia de todos y luna llena; No sabría cómo describirlo después, ya que posterior a esto, no queda más que salir, ver las consecuencias de tu alrededor una madrugada de terremoto. Es ahí cuando el día siguiente te preguntas si lo que comenzamos a hacer es ¿justicia o solidaridad?
Tomamos nuestras bicicletas, recorremos las calles, ofrecemos ayuda y la humanidad reacciona, todos de distinta manera, claro, unos se sienten más que otros y no sabemos cómo actuar.
¿Has colaborado con algún vagabundo alguna vez o has prestado dinero a alguien y te has sentido superior? Pues, esto es lo mismo, no sabemos si lo que hacemos es por justicia, si damos a ese vagabundo una moneda para que logré llevar la misa vida que tú o para sentirte mejor y simplemente solidarizar. Pues bueno, como sea, me queda la moraleja de que en verdad sí, en ocasiones importantes, "SOLO AHÍ nos acordamos de Dios".
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