jueves, 23 de junio de 2011

Octubre 1973.

Sandra Rojas
49 años.
Terapeuta.
Eran los primeros días de octubre de 1973, lo recuerdo porque faltaba poco para mi cumpleaños.

Estaba jugando con mi hermana Marisol en la pieza donde teníamos todos los juguetes, yo era la nana y ella la mamá, estábamos cocinando en una pequeño mueble de cocina de color celeste. Teníamos harina cruda, la que representaba nuestro almuerzo. De un momento a otro sentimos que llegaba mucha gente a mi casa, hombres preguntando por el dueño de casa. Cuando miré, vi muchos hombres, eran jóvenes, casi unos niños, estaban vestidos de uniforme de marino y llevaban un rifle, el que me dio mucho miedo. Uno de ellos se acercó y me dijo que no tuviera miedo, que sólo quería mirar nuestras cosas, fueron muy amables. Mi mamá les dio un vaso de bebida, mientras otros revisaban la casa. Cuando terminaron, se acercaron a mi hermana y a mí y nos hicieron cariño en la cabeza. Se despidieron y se fueron. Yo quedé con miedo. Mi hermana me dijo que miráramos por la ventana, así que nos quedamos mirando escondidas, hasta que nos dimos cuenta que los mismos marinos que habían entrado a mi casa, entraron también donde mi vecino, pero a él le pegaron, igual que a su hijo mayor, el Chalo, a él le pegaron mucho. Luego, se los llevaron. Los vecinos desaparecieron por mucho tiempo y mi mamá consolaba a la señora Orlanda porque lloraba demasiado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario