jueves, 9 de junio de 2011

Mi día. Terremoto 2010 en Chile.

Sebastián Thenee
22 años
Estudiante de Ingeniería Civil Metalúrgica
UTFSM

Estaba en el festival de Viña del Mar con mi entonces polola, salió Arjona, la Noche y se terminó antes de tiempo. Nos fuimos caminando a mi casa en Agua Santa, pasamos a comprar un bajón primero. Cuando llegamos a la casa, nos sentamos en el living a comer y ver tele, estábamos en eso cuando se cortó la luz, comenzó el movimiento y se empezaron a caer las cosas y mi polola salió corriendo de la casa y saltó la reja. Yo me quedé parado en el living, estaba tranquilo porque no me dan miedo los temblores.
Cuando paró, salí a buscar a mi ex que estaba en Álvarez, subimos a la casa. Ella estaba histérica porque su hermana mayor andaba carreteando, mientras íbamos para arriba, nos encontramos con Salfate, con los hermanos Copano y vimos a Felipe Camiroaga pasar rápido en el auto (Salfate y los Copano iban súper curados, gritando cosas a los autos)
Llamé a mi mamá que estaba en Rancagua, me dijo que estaba bien, pero era obvio que se estaba haciendo la valiente para no preocuparme.
El papá de mi polola estaba en Valparaíso, así que me fui a su casa en Placeres y a las 8am nos fuimos a Santiago con su hermana y papá. Llegué a buscar pasajes para Rancagua, pero no encontré nada y tuve que quedarme una noche allá, a las 6:30 am me levanté y fui al terminal, el primer bus que pillé fue a las 8am y me costó súper caro ($4500 cuando comúnmente cuesta $1200) y se demoró 2 horas y media en lo que debería haber sido 1 hora y quince minutos, se fue por muchos caminos rurales.
Tenía ansias de llegar para saber cómo estaban, con lo demás, no estaba ni ahí.
En el bus me puse a hablar con el tipo de al lado, que venía desde Antofa y tenía que llegar a Chillán porque le habían dicho que su casa se había derrumbado, pero no sabía nada de su familia.
Mucha de la gente que iba viajando iba histérica o sin bañar, parecía de esas películas de fin del mundo.
Cuando por fin llegué a Rancagua, mi mamá me agarró a garabatos por no haber estado allá, entre gritos y llanto. De ahí acarreando bidones con agua y cuidando a los perros de mi hermano porque perdió una pandereta y los perros igual son bravos.
Mi mamá perdió la consulta odontológica, se desprendió del edificio.
Pero además de esas cosas, estaban todos bien, preocupados por mí solamente.
Y ese fue mi día del terremoto.

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