jueves, 23 de junio de 2011

Octubre 1973.

Sandra Rojas
49 años.
Terapeuta.
Eran los primeros días de octubre de 1973, lo recuerdo porque faltaba poco para mi cumpleaños.

Estaba jugando con mi hermana Marisol en la pieza donde teníamos todos los juguetes, yo era la nana y ella la mamá, estábamos cocinando en una pequeño mueble de cocina de color celeste. Teníamos harina cruda, la que representaba nuestro almuerzo. De un momento a otro sentimos que llegaba mucha gente a mi casa, hombres preguntando por el dueño de casa. Cuando miré, vi muchos hombres, eran jóvenes, casi unos niños, estaban vestidos de uniforme de marino y llevaban un rifle, el que me dio mucho miedo. Uno de ellos se acercó y me dijo que no tuviera miedo, que sólo quería mirar nuestras cosas, fueron muy amables. Mi mamá les dio un vaso de bebida, mientras otros revisaban la casa. Cuando terminaron, se acercaron a mi hermana y a mí y nos hicieron cariño en la cabeza. Se despidieron y se fueron. Yo quedé con miedo. Mi hermana me dijo que miráramos por la ventana, así que nos quedamos mirando escondidas, hasta que nos dimos cuenta que los mismos marinos que habían entrado a mi casa, entraron también donde mi vecino, pero a él le pegaron, igual que a su hijo mayor, el Chalo, a él le pegaron mucho. Luego, se los llevaron. Los vecinos desaparecieron por mucho tiempo y mi mamá consolaba a la señora Orlanda porque lloraba demasiado.

jueves, 16 de junio de 2011

Era el Domingo 3 de Marzo de 1985

Gertrudis Pérez.
46 años.
Profesora enseñanza básica.
Colegio Leonardo Murialdo.


Era el domingo 3 de marzo de 1985, como todos los domingos nos levantamos para ir a misa en la capilla, en donde participábamos del coro, mis papás, tíos, primos y yo que tocaba guitarra. Los últimos domingos estaba participando bastante gente, por el temor de un sismo mayor debido a la seguidilla de temblores que se venían sintiendo desde hace un tiempo.
       Ese día,  era un día con un cielo muy especial, nublado, pero el horizonte despejado, una luminosidad no habitual para las horas del día.
       Como día domingo y término de las vacaciones, muchos estaban paseando por la orilla de la playa, visitando a amigos o disfrutando de algún deporte.
         En mi caso estaba en la casa de mis tíos, al lado de la mía, viendo tv y jugando  a las cartas, específicamente Carioca, junto a mi prima mayor Magali, mi compañera y amiga de la infancia, Yanina. De repente el fuerte movimiento que nos atemorizo, nos hizo arrancar hacia el patio.
         El pánico me supero, ya que desde pequeña se me enseño, que debía arrancar de mi casa, pues no había quedado en buen estado después del terremoto de 1971, y si venía otro sismo de magnitud, la casa no resistiría. Cuando salimos al patio, nos percatamos que mi casa se estaba cayendo y mis padres y hermano menor, no salían de ella.
   Mi prima y mi amiga, me afirmaban para que yo no entrara y esperáramos que salieran, pasaron  algunos minutos y por fin los vi. Ellos actuaron con mucha calma, mi hermano corto el gas, la luz, puso la tv debajo de la mesa y luego salieron.
    Mis tíos  no estaban, se demoraron algunos minutos en llegar, la hermana de mi  mamá estaba ansiosa, porque al igual que todos, sabíamos que la casa no iba a resistir.
    Mientras estábamos en todo eso, sentíamos sirenas de un gran incendio, luego del terremoto, se origino un incendio en la Compañía Chilena de Tabacos.
     Mirábamos Valparaíso desde los cerros  y era una gran polvareda lo cubría. Comenzó  a llegar la noche, fuimos a dejar a Yanina a su casa, para que se encontrara con su familia y nos devolvimos a casa.
     Nos reunimos todos en casa de mi tía, con colchones, velas y frazadas para pasar la larga noche en el primer piso.     

jueves, 9 de junio de 2011

Mi día. Terremoto 2010 en Chile.

Sebastián Thenee
22 años
Estudiante de Ingeniería Civil Metalúrgica
UTFSM

Estaba en el festival de Viña del Mar con mi entonces polola, salió Arjona, la Noche y se terminó antes de tiempo. Nos fuimos caminando a mi casa en Agua Santa, pasamos a comprar un bajón primero. Cuando llegamos a la casa, nos sentamos en el living a comer y ver tele, estábamos en eso cuando se cortó la luz, comenzó el movimiento y se empezaron a caer las cosas y mi polola salió corriendo de la casa y saltó la reja. Yo me quedé parado en el living, estaba tranquilo porque no me dan miedo los temblores.
Cuando paró, salí a buscar a mi ex que estaba en Álvarez, subimos a la casa. Ella estaba histérica porque su hermana mayor andaba carreteando, mientras íbamos para arriba, nos encontramos con Salfate, con los hermanos Copano y vimos a Felipe Camiroaga pasar rápido en el auto (Salfate y los Copano iban súper curados, gritando cosas a los autos)
Llamé a mi mamá que estaba en Rancagua, me dijo que estaba bien, pero era obvio que se estaba haciendo la valiente para no preocuparme.
El papá de mi polola estaba en Valparaíso, así que me fui a su casa en Placeres y a las 8am nos fuimos a Santiago con su hermana y papá. Llegué a buscar pasajes para Rancagua, pero no encontré nada y tuve que quedarme una noche allá, a las 6:30 am me levanté y fui al terminal, el primer bus que pillé fue a las 8am y me costó súper caro ($4500 cuando comúnmente cuesta $1200) y se demoró 2 horas y media en lo que debería haber sido 1 hora y quince minutos, se fue por muchos caminos rurales.
Tenía ansias de llegar para saber cómo estaban, con lo demás, no estaba ni ahí.
En el bus me puse a hablar con el tipo de al lado, que venía desde Antofa y tenía que llegar a Chillán porque le habían dicho que su casa se había derrumbado, pero no sabía nada de su familia.
Mucha de la gente que iba viajando iba histérica o sin bañar, parecía de esas películas de fin del mundo.
Cuando por fin llegué a Rancagua, mi mamá me agarró a garabatos por no haber estado allá, entre gritos y llanto. De ahí acarreando bidones con agua y cuidando a los perros de mi hermano porque perdió una pandereta y los perros igual son bravos.
Mi mamá perdió la consulta odontológica, se desprendió del edificio.
Pero además de esas cosas, estaban todos bien, preocupados por mí solamente.
Y ese fue mi día del terremoto.